“Abelardo y Eloísa” un romance del siglo XII por Rómulo Páez

“Abelardo y Eloísa” un romance del siglo XII por Rómulo Páez

November 25, 2018 0 By Hector Luis Rivera

ABELARDO Y ELOÍSA Un romance del siglo XII

En la introducción a Cartas de Abelardo y Eloísa (El libro de bolsillo. Literatura. Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2007) Pedro R. Santidríán comenta, “La historia y leyenda de Abelardo y Eloísa -de tan fuerte impacto en la vida y poesía de la Edad Media- apenas si tiene hoy un breve espacio en la literatura”. y señala que tampoco lo tuvo en el romanticismo ni en la novela histórica.

Hablar sobre esta pareja de enamorados del siglo XII en nuestro tiempo podría parecer algo bizantino, sin embargo, creo que es aleccionador, tener presente que en aquella época existieron mujeres como Eloísa. Sobre todo si tomamos en consideración la temprana edad, 17 años, en que comenzó a ser amante, y que, a pesar de los contratiempos por los que pasó nunca dejo de amar, inclusive, después de muerta, aunque el esposo había roto los lazos amorosos carnales con ella para sustituirlos por guía espiritual; la prueba es que sus restos mortales acompañaron a los del esposo.

Desde mi punto de vista, creo que podrían existir razones para que no se haya producido el deseo de Santidrián. Uno de los motivos, y me parece  que el más importante, es que si bien el romance de la pareja fue de un gran impacto al comienzo, ese impacto se rompió, debido a la actitud asumida por Abelardo después de haber obligado a Eloísa a ingresar al convento. Si leemos sus cartas dirigidas a Eloísa a partir de ese episodio, podríamos observar su posición de alejamiento y falta de afecto amoroso con que las escribió. Y si bien es cierto que Eloísa siempre mantuvo vivo su amor por él, eso no quiere decir que la pareja haya tratado de esquivar contratiempos con el fin de mantener su unión como amantes y esposos, aunque Eloísa se lo haya propuesto, porque Abelardo simplemente con su comportamiento y actitud de alejamiento físico y de amante rompió el hechizo romántico.

Pedro Abelardo, en la carta Historia Calamitatum. (en lo adelante HC) describe cómo se enamoró de Eloísa y la estrategia que utilizó para poderla conquistar:

Enamorado locamente de esta jovencita, traté de acercarme a ella en un trato diario y amistoso, para de esta manera, llegar más facilmente a que me aceptara. A este fin, logré de su tío -no sin la intervención de algunos amigos suyos- que ella me recibiera en su casa -próximo al lugar donde yo           daba las clases-previo pago por la cantidad por el hospedaje. Le dí como  pretexto que los cuidados de la casa me impedían estudiar y que los gastos eran superiores a lo que yo podia pagar. Nuestro hombre, tremendamente avaro, estaba siempre pendiente de su sobrina, sobre todo en lo referente a         sus estudios y conocimientos literarios. Conseguí fácilmente mi doble intento: hacerle creer que tendría el dinero y que su sobrina recibiría algo de mi doctrina. Accedió, pues, a mis deseos-más de lo que yo podia esperar- adviertiéndome con vehemencia que tuviera cuidado con el amor.” (p.48)

Vemos como Abelardo planificó fríamente acercársele a Eloísa. En ese momento estaba enamorado y buscó los medios para poder enamorarla sin importarle que estaba engañando al tío de Eloísa, y hasta comenta que le fue más fácil de lo que él esperaba. Ya con acceso directo a Eloísa, todo le fue fácil, porque además contaba con la admiración de ella hacia él. No olvidemos que Abelardo era el hombre admirado del momento cuando conoció a Eloísa.

Podemos entender el amor de Abelardo por Eloísa, pero también al mismo tiempo es lógico deducir que fue un manipulador de ella y de su tío. En ningún momento él arriesgó sus intereses personales para mantener a Eloísa como su mujer. Le compuso poemas y canciones como enamorado apasionato, pero nunca perdió su capacidad de intelectual a quien lo único que le interesaba eran sus convicciones filosóficas y teológicas. Como muestra se puede recurrir al convenio que hizo con el tío de ella. Casarse en secreto. Fue un acuerdo con el pretexto de suavizar el error que había cometido, pero no piensa en Eloísa como un amante enamorado, sólo quiere remediar la situación. En ese convenio él no muestra en ningún momento el amor que le podría haber tenido a Eloísa, sino el temor por las consecuencias que le podría acarrear el matrimonio. Por eso dice:

Y para aplacarle más de lo que él mismo podia esperar me ofrecí a darle satisfacción, uniéndome en matrimonio a la que había corrompido. Con tal de que se hiciera en secreto y mi fama no sufriera detrimento alguno.” (p. 51. El subrayado es  mío).

En la misma HC Abelardo antes de llegar al compromiso matrimonial a que hemos hecho referencia, usa expresiones discriminatorias en contra de la mujer para justificarse ante el tío, y así evadir las responsabilidades que como amante tenía. Se podría argumentar que su posición fue arrogante y sarcástica al repetirle al amigo en la carta lo que le había dicho al tío, “que recordara a cuanta ruina habían llevado las mujeres a los más encumbrados varones ya desde el inicio del mundo”. Además, él que ha confesado al comienzo de HC que no era experto en los asuntos del amor, en el momento que tuvo que afrontar al tío por su conducta con la sobrina, se permite opinar como un experto en la materia para justificar su acción ante las consecuencias que ha cuasado a Eloísa.

Se me ocurre pensar, que Eloísa tuvo consciencia de haber sido abandonada por Abelardo y que como mujer enamorada, trató de justificarlo. Cuando señalo este punto, tomo como referencia su reclamo a Abelardo por su descuido hacia ella después de enviarla al convento, y luego cuando comienza la etapa de Dirección Espiritual, que él le ha exigido a ella se dedique a sus labores eclasiásticas, mientras que él continúa combatiendo a  los enemigos como se lo narra al amigo (HC). Leamos lo que ella le escribió cuando la mandó al convento:

Cultivas una viña nacida de otras cepas que tú no plantastes y que se ha convertido en amargura para ti, después de que tus exhortaciones han terminado en un fracaso y tus predicaciones han resultado vanas. Pones tus cuidados en una viña extraña. Piensa si no te debes a la tuya propia. Enseñas y corriges a los rebeldes y no consigues nada. Estás desparramando, en vano, las perlas de la palabra divina a los puercos. Si arriesgas tanto por los rebeldes, piensa y reconsidera lo que debes hacer por los que te obedecen. Recapacita a lo que debes a las hijas, cuando de esa manera despilfarras con los enemigos. Y dejando a un lado las demás cosas, piensa en que forma particularmente me eres deudor. Si te debes al común de las mujeres piadosas, justo es que me   pagues a mí con más dedicación, pues soy solo tuya.” (pp. 98 – 99. Subrayado   mío).

En esta cita podemos apreciar la seguridad con que Eloísa le exígió a Abelardo que cumpliera con sus responsabilidades como esposo, al mismo tiempo que le dejó en claro el amor que le profesaba, y por qué ella consideraba no merecer el trato que él le había venido dando. Creo importante que tengamos presente la era histórica en que Eloísa le escribió a Abelardo para exigirle sin tapujos sus derechos como su mujer.

Eloísa se destacó desde muy joven por su inteligencia, y aunque huérfana, contó con la protección de un tío canónico que se esmeró por darle una educación poco usual para una mujer del siglo XII. Fue mujer conocedora de la literatura griega y latina a que se podia llegar en aquella época. Fue una mujer con una conciencia intelectual abierta, al extremo de estar consciente y aceptar o dispuesta a tolerar las acciones de Abelardo aunque no dejara de reclamarle sus derechos de esposa.

Eloísa en sus cartas demuestra no solo lo enamorada que estuvo siempre de Abelardo, sino también muestra su capacidad de razonamiento práctico. Cuanto Abelardo argumenta en HC poniéndola de testigo o cuando ella por medio de sus cartas se comunica con él, se observa que fue una mujer con una capacidad increíble de razonamientos lógicos al argumentar sus razones. Como ejemplo tenemos los argumentos que le dio a Abelardo para oponerse  al matrimonio, ya que ella no creía que eso era lo suficiente para complacer al tío que se había sentido engañado, y porque además, estaba consciente de lo que significaría el matrimonio para ambos: para la carrera de él y para ella como esposa del líder en los conociemientos filosóficos y teológicos del momento. Y si eso fuera poco, no se priba de enumerarle las ingratitudes que significarían el tener hijos, mantenerlos y darles educación en la situación económica de ellos. Sin embargo, a pesar de su argumentación, Abelardo que era hombre teórico, hombre que defendía la dialéctica, en esos instantes solo piensa, que con el matrimonio podría complacer al tío.

Otra de las cualidades que observo en Eloísa es el languaje que utiliza -aunque yo estoy utilizando una traducción al español para este trabajo (Traducción de Pedro R. Santidrián y Manuela Astruga) pienso  que en el languaje original en que se escribió debia tener las mismas características expresivas- cuando le escribe a Abelardo, utiliza un vocabulario claro y directo sin caer en la vulgaridad, sin rebuscamientos y sencillo para hacerle sus reclamos. Un languaje en el que por lo demás, se siente la confianza que tenía en si misma al enfrentar al hombre académico y filósofo, temor de sus colegas cuando hacía notar su presencia en la discusión.

En la carta número cuatro, Eloísa continúa demostrando su amor incondicional a Abelardo. En ella le expresa su reconcomio al amante desde la perspectiva de la mujer enamorada, que no pretende herirlo sino persuadirlo con sus palabras para que él solo entienda que el hecho de que ella se imagine lo que al esposo le podría suceder, la hace sufrir, la hace padecer e imaginarse cómo podría ella seguir viviendo sin él. Bien dice Santidrián en su presentación del libro, que la historia de amor de esta pareja aunque tenga similitudes con Romeo y Julieta, la historia de ellos fue real y no una creación artística y literaria. En este particular, yo me adhiero a la opinión de Santidrián pero en solidaridad con Eloísa. No creo que Abelardo pueda compartir ese canto de amor con Eloísa porque al final él solamente se ocupó de sus intereses teológicos y filosóficos. Y para recalcar lo  que antes hemos dicho respecto al languaje utilizado por Eloisa,  leamos la siguiente cita cuando ella analiza la situación anterior y posterior al matrimonio:

Y para tal ultraje surgiera una mayor indignación, en nuestro caso todas las leyes de la equidad quedaron trastocadas. Pues, mientras gozábamos de los placeres del amor -lo diré con un vocablo más torpe, pero más expresivo- nos entragábamos a la fornicación, la severidad divina nos perdonó. Pero cuando corregimos nuestros excesos y cubrimos con el honor del matrimonio la torpeza de la fornicación, entonces la cólera del Señor hizo pesar fuertemente su mano sobre nosotros y no consintió un lecho casto, aunque había tolerado   antes uno manchado y poluto.” (p.p. 117 – 118)

En la carta 5ta. escrita por Abelardo en respuesta  a la anterior carta de Eloísa se observa con más vehemencia su actitud para cambiar los lazos del amor carnal por el amor espiritual. En ella Abelardo analiza lo que le ha escrito Eloísa y se permite llamarle la atención, y hasta la acusa de que ella no lo comprende cuando lo que él ha querido es precisamente complacerla. Se me ocurre pensar que sus argumentos fueron una forma de manipularla acusándola: “Si verdaderamente me quieres, no debes oponerte a este presentimiento doloroso” o este “Deja ya de quejarte, te lo ruego, si no quieres -como te dije- parecer mi anemiga” y esta otra:

Esta prolongada amargura de tu ánimo a lo que es voluntad manifiesta de la misericordia divina yo creía que se había desvanecido. Cuanto más peligrosa es para ti -pues va minando tu cuerpo y tu alma- más digna de lástima y más molesta es para mí. Si -como dices- quieres agradarme en  todo, te ruego que, para no atormentarme y sobre todo para complacerme, dejes esa queja con la que no me das gusto ni puedes llegar conmigo a la felicidad. ¿Consentirás que yo vaya allá sin ti? ¿Yo, a quien dices estar dispuesta a seguir hasta el infierno?”(p. 134)

Con el contenido de la 5ta. carta Abelardo logra que Eloísa cambie su actitud, aunque ella sigue expresándole su amor como lo manifiesta al comienzo de la 6ta. carta, pero de allí en adelante, ella comienza a plantearle la problemática de las monjas en los conventos, y le exige que les redacte leyes que las favorezcan:

Así pues, servidores de Cristo y en Cristo hijas tuyas, humildemente te pedimos dos cosas, que consideramos necesarias. La primera, que te dignes instruirnos sobre el origen de nosotras las monjas y qué valor tiene nuestra profesión. La segunda es que establezcas y redactes después alguna regla propia para mujeres, que describa la forma y el estilo de nuestra vida, cosa que no veo hayan hecho hasta ahora los Santos Padres.” (p.152)

Las siguientes cartas están dentro del renglón de cartas de dirección espiritual, cambiando así, la tónica en la comunicación a un punto de convivencia eclesiástica.

Aquí cabe la reflexión a cerca de lo que apunta Santidrián al comienzo de su introducción cuando se refiere al olvido de la leyenda de Abelardo y Eloísa. Desde mi punto de vista creo, que aunque es verdad que la pareja vivió momentos de entrega apasionada al comienzo de sus relaciones amorosas, y hasta cierto punto desafiaron preceptos religiosos y sociales -algo que para la época respetaban muy poco las autoridades eclesiásticas- llegó un momento en que el amor cedió paso a las convenciones, sobre todo por parte de Abelardo, ya que Eloísa fue fiel al amor por él. Si alguno de los dos merece admiración por su amor, eso le corresponde a Eloísa. Al final de sus vidas la comunicación entre ellos se transformó de una relación amorosa, pasional a una relación religiosa: Abelardo el consejero y la autoridad, Eloísa la monja, quien recibía las órdenes o consejos. Esa situación, es lo que a mi manera de ver, le quita emoción e interés a la historia de amor y la leyenda de Abelardo y Eloísa, porque ninguno de los dos sacrificó al final nada por el amor pasional, Abelardo continuó en su carrera filosófica- teológica y  Eloísa murió como abadesa de un convento. No se sacrifaron o murieron por amor. Por un amor pasional quiero decir.

R.P:C.

11/21/2018.