Sobre “Los poetas malditos” por Rómulo Páez

Sobre “Los poetas malditos” por Rómulo Páez

July 5, 2019 0 By Hector Luis Rivera

                          “Los poetas malditos” 1884 

                                   Paul Verlaine

​​​​​Por Rómulo Páez

Paul Marie Verlaine nació en Metz, Francia el 30 de marzo de 1844 y murió en París el 8 de enero de 1896. “Principe de los poetas” 1894.

    No es un secreto que hay libros que releemos y releemos y siempre los estamos releyendo y cada vez los releemos más y más sin fastidiarnos de ellos, son como el amor hacia la mujer que amamos qué cada vez que la vemos la seguimos amando y amando y amando y cada vez que más la vemos, más nos enamoramos de ella. Así me ha venido pasando con este hermoso ensayo Los Poetas malditos* de Paul Verlaine.

    Debe ser porque en cada ocasión que lo tomo en mis manos, el libro, se me vienen a la memoria lo poco que sé de la vida del “Príncipe de los poetas” e inmediatamente me comento interiormente, qué riqueza de alma la de ese ser humano, que a pesar de los sinsobores vividos o sufridos o como se quiera decir, parodiando un poco su estilo al escribir el ensayo, nunca perdió el sentido de la solidaridad, del humor, la fidelidad hacia lo que amó, aunque en algunos momentos ebrio de la soledad, quizás, o ciego por sus impulsos actuó violentamente sin razonamiento aparentemente lógico.

    Los Poetas malditos fue escrito para que los lectores se deleitaran y conocieran a aquellos poetas desconocidos para el momento en que Verlaine lo escribió. Sin olvidar el objetivo para qué fue escrito y lo hermoso de los poemas, a mí lo que más me fascina, son los comentarios de Verlaine. Es su manera de decir o si se quiere de describir sus opiniones de cada poeta que va presentando, su argumentación, su sentido del humor crítico y al mismo tiempo burlesco hacia la realidad que vivía y de la cual se mofaba como lo hacen en ciertos poemas los poetas a quien presenta. Díganme no es gracioso y sarcástico esto que dice al presentar a Tristan Corbiére:

​     Como rimador y prosista, nada tiene de              impecable, es decir, de abrumador y cargante. Ninguno de los Grandes como él ha sido impecable, desde Homero, que dormita a veces, hasta Goethe, el muy humano (digan lo que quieran), pasando por Shakespeare, algo, algo más que irregular… Los impecables son Fulano y Zutano. Tarugos y leños. Corbiére era un ser de carne y hueso. Así como suena.

    Y esto que más adelante escribió después del soneto HORAS, ¿Hay algo más hermoso?:

Entre paréntesis, admiremos humildemente este lenguaje robusto, simple en su brutalidad, encantador, pasmosamente correcto, a la par que toda la ciencia del verso que hay, en el fondo, y el tesoro de la rima rara, por no  decir rica hasta el exceso.

    Y cuando se refiere a Rimbaud… ¿Quién que le guste la poesía no tiene conocimiento sobre la relación entre Verlaine y Rimbaud? Relación que nos parece demasiada explotada cuando en muchos casos se habla de sus creaciones, y que de alguna forma es como si se quisiera destacar más el comportamiento de los dos poetas que de sus obras; pareciera que se olvidara o tratara de opacar la importancia o las razones de porqué se conocieron, el origen de su amistad, olvidando que no fue otra cosa que la de admiración y el de la solidaridad.

    Verlaine en la presentación de Rimbaud es tan claro como una gota de agua, mostrando al mismo tiempo el temple del artista, del poeta y no tiene egoismo al describir los valores de Rimbaud como poeta, de aquel niño que le envió sus primeros poemas para que él los leyera.  Leamos esto que suena como una nota nostálgica:

Con gozo hubimos de conocer a Arthur Rimbaud. Hoy, muchas cosas nos separan, sin que, claro está, haya nunca faltado o disminuido nuestra  profunda admiración por su genio y su carácter.

    Como se puede observar la admiración por el poeta, por su genialidad fue lo que llevó  a Verlaine a conocer a Rimbaud, fue su solitadaridad como creador lo que lo impulsó a llevar al niño prodigio a su casa, y así relata :

En aquella época, relativamente lejana, de nuestra amistad, Arthur Rimbaud era un niño de dieciséis años o diecisiete años, ya por entonces afianzado a todo el caudal poético, que sería menester que el público conociera, y del cual  ensayaremos un análisis al tiempo que citemos cuanto nos sea posible.

    Vemos el interés porque el lector conociera la obra de Rimbaud, y sin egoísmo de immediato comienza el crítico a analizar la poesía de Rimbaud, informando las razones que lo llevaron a escribir cada poema. No vamos a copiar todo lo que Verlaine dice pero nos agrada transcribir su manera tan particular de comentar:

La selección de palabras es siempre exquisita, a veces pedante adrede. El lenguaje es preciso y permanece claro aun cuando la idea suba de color o el sentido se oscurezca. Las rimas son muy honorable.

       Pero hay más en este ensayo sobre Rimbaud, Verlaine lo compara con los pintores Goya, Murillo entre otros para destacar la preciosura de la poesía rimbaudiana. Como no podemos dedicar todo lo que Verlaine dice de Rimbaud dejemos estos dos pequeños párrafos:

La Musa (¡vivan nuestros padres!), la Musa, decimos, de Arthur Rimbaud toma todos los tonos, pulsa todas las cuerdas del harpa, rasguea en las de la guitarra y acaricia el rabel con el más ágil de los arcos.

    Y este otro:

Arthur Rimbaud es zumbón y maligno socarronamente como nadie  cuando le conviene, sin dejar de ser por ello ese gran poeta que es por la gracia de Dios.

    Pero si demuestra su admiración por la genialidad y vigorosidad del  poeta de diecisiete años, cuando nos presenta a Stéphane Mallarmé nos muestra su orgullosa admiración por el amigo, por el maestro, por el poeta. En la introducción de sus comentarios a Mallarme reproduce un artículo que escribió para un libro dedicado a éste, que según él no se publicó, en el que hablaba de los principales redactores del Parnaso contemporáneo:

Preocupado -¡en verdad!- de la belleza, consideraba la claridad como un don secundario, y con tal que su verso fuera numeroso, musical, raro y, cuando era menester, lánguido o excesivo, burlábase de todo por agradar a los delicados, de los cuales él era el más descontentadizo. ¡Cuán  injustamente acogido por la crítica fue ese puro poeta, que permanecerá  mientras haya una lengua francesa para atestiguar su gigantesco esfuerzo!

    Y luego depués de presentarnos los poemas inéditos INSTANCIA y MAL SINO con su singular humor en el intermedio de los dos poemas nos acota:

¡Vaya una inapreciable flor de estufa! ¡ Y de cuán gentil manera está  cortada! De la poderosa mano del maestro artificio que forjaba.

  Y con sublime degusto no solo nos menciona y comenta la obra de Mallarmé sino que nos señala las etapas por las que el maestro fue pasando en su ascenso creativo: además de su obra poética, sus estudios lingüísticos y sus traducciones de Edgar Poe. Leamos este comentario que hizo después de invitarnos a leer LA TUMBA DE EDGAR POE:

¿No concreta este soneto la abstracción forzada de nuestro título?¿No es ése en terminos sibilinos más que lapidarios, el único comentario que se puede hacer a tal asunto, bajo pena de ser también maldito – ¡oh, gloria!- con Éstos?

    Y a continuación leamos esto cuando nos presenta a Marceline Desbordes Valmore:

A pesar, cierto es, de dos artículos, uno muy controvertido de ese ​​maravilloso Sainte-beuve, el otro quizás – ¿Nos atreveremos a  decirlo?- un poco corto de Baudelaire; a despecho asímismo de cierta buena opinión pública que de ningún modo la asimila […] y otras marisabidillas literarias sin importancia […] Marceline Desbordes Valmore es digna por su obscuridad aparente, y también absoluta, de figurar entre nuestros Poetas Malditos, y es para nosotros, desde luego,  un deber imperioso hablar de ella lo más extensamente que podamos y con el mayor detalle.

    De esa forma comienza Verlaine su introducción para comentar la poesía de la única poetisa incluida en sus Poetas Malditos. Y en la misma introducción confiesa que si no hubiese sido por Rimbaud que lo llevó “a leer todo aquello que juzgábamos era un fárrago con alguna belleza entremedias”., por tal motivo, repetimos, si no hubiese sido por Rimbaud, la poesía de Desbordes Valmore hubiera pasado desapercibida, aunque lo dudamos, en algún momento Varlaine la hubiese descubierto. Pero lo más importante a nuestra manera de ver, es que él tiene la franqueza de explicar las causas de por qué no había tomado en consideración la poesía de  Desbordes Valmore. No lo vamos a reproducir nosotros, les sugerimos a aquellos que no han leído todavía Los poetas malditos, que lo lean.

   Por lo pronto mencionemos algunos de los títulos de las poesías de Desbordes Valmore: UNA CARTA DE MUJER en la que al final el poeta solo dice: “¡Cuán divino es! Mas, esperad”. Y nos invita a leer el siguiente: DÍA DE ORIENTE. Al término del poema el Príncipe de los poetas nos dice:

 

Nos impondremos alguna restricción,reservándonos citas de otro orden. Y, antes de pasar a examinar sublimidades más severas, si cabe hablar así de una parte de la obra de esta mujer adorablemente tierna, dejadnos que, con lágrimas en los ojos, recitemos con la pluma este RENUNCIAMIENTO:

​​   Perdonadme, Señor, mi semblante afligido;

bajo la feliz frente colocasteís las lágrimas:

​​de tus dones, Señor, es el que no he perdido.

​​Don menos codiciado, quizá sea el mejor.

​​Yo ya no he de morir en vínculo de encanto;

​​Os los devuelvo todos, ¡ay, adorado Autor

​​para mí sólo tengo la sal que deja el llanto!

    Dejemos el poema hasta ahí, ya que es más largo y leamos lo que dice Verlaine:

¡Con  cuánto sobrepasa esta tristeza a la de Olimpio, y a quella otra  para olimpio, a pesar de todo lo Hermosos (el ultimo sobre todo) que  son ambos poemas orgullosos! Raros lectores, perdonadnos, en el umbral de otros santuarios de esta iglesia de las cien capillas que representa la obra de Marceline Desbordes Valmore, el que os hagamos cantar con nosotros, y aún despues de nosotros:

​​         Sombra apagada y dulce sea mi nombre en tanto,

​​       que no cause jamás ni el dolor ni el espanto;​​

          que un pobre se le lleve, después de haberme hablado,  

   y le guarde en su triste corazón consolado.

    Y después de informarnos y presentarnos algunos de los hermosos poemas de la rica producción poética de Desbordes Valmore, Verlaine termina asi su comentario:

Al llegar a esto, se nos cae la pluma de las manos, y algunas deliciosas lágrimas mojan nuestras patas de mosca. ¡No  nos sentimos capaces de hacer disección de semejante ángel!

Y Pedantes, ya que es nuestro  lamentable oficio, proclamamos en voz  alta e inteligible que Marceline Desbordes Valmore es sencillamente -con    George Sand, tan diferente, dura, no sin encantadoras indulgencias, dotada  de un alto sentido común, de arrogante y hasta podríamos decir de viril   continente- la única mujer de genio y de talento de este siglo, y de todos los    siglos, en compañía de Safo, quizá, y de Santa Teresa.

     Una de las cosas por las cuales hemos querido escribir sobre el ensayo Los poetas malditos es la calidad de las presentaciones de cada poeta. Verlaine hace uso del  sarcasmo, de la sátira, del menosprecio a las reglas que no le simpatizan como lo hemos venido subrayando, pero lo hace con tanta altura y con tanta arrogancia y si se quiere con tanta elegancia, dejando siempre bien presentados sus conocimientos en lo que dice. Leamos esto acerca de V. Villiers de L´Isle Adam:

Todo el París literario y artistico, nocturno con preferencia, pero nocturno dignamente, siempre más bien rezagado y distraido en bellas discusiones  que aficionado a las alegrías que alumbran las íntimas luces de gas, le conoce,  y si no le ama, admira a este hombre genial; y quizá no le ame porque sea menester que, sobre todo le admire.

    Y en el siguiente párrafo:

El pelo largo y canoso, el rostro ancho a propósito – diríase – para el agrandamiento de sus ojos magníficamente vagos; el bigote, de rey; el ademán frecuente y a mil leguas de la falta de belleza, a veces extraño; su conversación   es turbadora y una hilaridad súbitamente sacudida, alterna con las entonaciones más hermosas del mundo. Voz de barítono lenta y calmosa. Tornadiza, en notas de contralto conmovedora. ¡Y cuánta fantasía inefablemente inquietante! A veces, pasa el terror entre sus paradojas, y ese terror parece compartido por quien narra;  mas luego, tanto él como los que le escuchan, se desternillan riendo; tal es su gracia original y su fuerza cómica. Todas las opiniones necesarias y nada  de canto puede fatigar al pensamiento, desfilan en la corrientes mágica de  su conversación. Y cuando Villiers se va, nos deja un negro vacío, en el   que bulle el recuerdo simultáneo de unos fuegos artificiales, de un incendio,  de unos relámpagos y ¡del sol!

    Quizás amigo lector usted se pregunte por qué reproduzco lo escrito por Verlaine. Es precisamente porque disfruto lo que él escribió en Los Poetas malditos, y porque quiero mostrar lo que un buen ensayista nos puede dejar como legado para cuando se nos ocurra escribir sobre algo o alguien.

    El último poeta presentado es el Pobre Lelian. Es una corta biografía en la que el príncipe de los poetas nos comunica sus vivencias desde que nació. Nos habla de sus publicaciones y lo que las inspiró y termina comentando lo que él creia debería ser el poeta.

    Pero terminemos este trabajo con lo que Lelian nos dice al comienzo de su presentación:

Este Maldito sí que ha tenido el más melancólico de los destinos, y esta dulce expresión puede, en definitiva, caracterizar las desventuras de su   existencia, hijas del candor de su carácter y de su irremediable debilidad  de corazón, que le hicieron decir de sí mismo, en su libro Sapientia:

​​Y de ti, sobre todo, no vayas a olvidarte,

a rastras con tu abulia y tu simplicidad

por doquiera haya luchas o promesas de amarte,

de manera tan triste y alocada en verdad.          …………..

¿No estará aún castigada esta torpe inocencia?

Y en su voluntad Caridad, que acaba de salir:

Tienes furor de amar, corazón loco y débil.

            ……………..

Del corazón no puedo ya contar las caídas.

 

R.P.C.

06-30-2019

 

* Verlaine Paul. Los Poetas malditos. Tecnibook Ediciones. Middletown, DE 28 de nobiembre 2018.