La reflexión que provoca El Reguetonero

La reflexión que provoca El Reguetonero

June 18, 2024 0 By Carlos Canales


¿Qué es el arte? Que responda Andy Warhol. ¿Como se escribe una obra de teatro? Pregúntenle a Samuel Beckett. La escritura de ficción (en este caso una obra de teatro) presume un ordenamiento creativo que transgrede conceptos establecidos por académicos e investigadores. Desconfío de aquellos filósofos del teatro que argumentan que “el teatro debe y tiene que ser…” El teatro es y será lo que cada creador (incluyo a los que escriben de manera colectiva) sea capaz de crear siguiendo sus prerrogativas; y cómo se va develando la obra en su psiquis en el proceso de la composición dramática. Partir de unas estructuras preestablecidas o aceptadas por una mayoría es un riesgo que puede impedir o malograr la historia. Puede anquilosar el desarrollo del dramaturgo. En ocasiones incontables (hay evidencia de ello), la historia que surge en la interioridad del dramaturgo trae consigo, de manera implícita, la trama y la estructura. Porque la escritura creativa es un acto supremo de libertad, no es un acto de imposiciones teóricas y prácticas neoclasicistas. Dicho en otras palabras, el dramaturgo puede permitirse la transgresión, aunque en su próxima obra regrese a estructuras convencionales. Porque cada historia dramática tiene sus misterios cosmogónicos. En la obra ‘Víctima del deber’ de Eugene Ionesco, que es personaje también, concede una entrevista. El entrevistador le dice: “Ionesco, la crítica dice que sus obras no tienen principio, medio ni fin”. Ionesco responde: “Si lo tienen, pero no necesariamente en ese orden”. La posmodernidad sentencia que no existen las reglas. El dramaturgo puede mezclar los géneros literarios y crear universos que pueden parecer inverosímiles. Por lo tanto, el dramaturgo compone su obra y no debería preocuparse por escribir para que lo entienda el espectador. ¿Fue Alfred Jarry quien dijo que había que sacar del teatro a los que no entendían? Hemos recibido una educación conductista que hace hincapié en la clarificación de las motivaciones y en la conducta observable. Si al terminar de presenciar una obra de teatro, el espectador o el crítico teatral dice: “no entendí las motivaciones de los personajes y no comprendí el final”, lo más seguro piense que es una falla o deficiencia en la construcción del texto dramático. Pero, por Dios, no se trata de entender o no, se trata de sentir lo profundo, lo que se desprende de los parlamentos, de las vibraciones de los sentimientos y emociones, lo que no puede explicarse, aquello que nos conmueve y nos transforma. Cervantes dijo: “el arte es riesgo”. 
Canales Carlos