Algo sobre la historia del merengue
May 29, 2019Algo sobre la historia del merengue
por Rómulo Páez
En uno de estos días estuve hablando toda una tarde con mis hijos, o mejor dicho, ellos preguntándome y yo respondiéndoles, en una de esas ocasiones mi hijo me preguntó si yo en Venezuela además de la salsa, bailaba el merengue. Le respondí que eso se lo podría preguntar a su mamá, pero él me insistió para que yo le contara.
Entonces, un poco en broma y un poco en serio, le contesté que yo no solo bailaba el merengue dominicano, sino que también bailaba el merengue caraqueño. Él y su hermana soltaron la carcajada cuando les dije eso. Inmediatamente les enseñé el libro escrito por Paul Austerlitz para probarles que en nuestros países de Centro y Sur América hay muchos tipos de merengues y que todos vienen de la misma raíz. Además aproveché la oportunidad para contarles lo que a continuación les transcribo.
Paul Austerlitz* en su libro relata la historia del merengue desde su nacimiento. Lo hace de una manera bastante amena, al mismo tiempo que introduce al lector a las epopeyas por las que el merengue dominicano pasó antes de llegar al prestigio que tiene en nuestros días. A través de este libro se puede uno enterar de los sinsabores, angustias, alegrías y menosprecios por los que el merengue ha pasado, y además de la discriminación por la que han pasado sus intérpretes y bailadores, al mismo tiempo, de cómo ha sido el merengue víctima o le ha servido a los políticos en sus campañas de proselitismo. Auterlitz también nos cuenta quienes fueron los ascendientes del merengue, y cómo estos pasaron de la civilización europea-africana a las colonias americanas.
Según Austerlitz uno de los puntos más discutidos acerca del merengue es el de su partida de nacimiento, el de su origen y el de las influencias por las que ha pasado a través del tiempo. A este respecto se han escrito muchas teorías, pero se podrían resumir a tres: Algunas señalan la influencia solamente europea proveniente de la contradanza, otras consideran que la influencia africana es determinante, y una tercera, es la que sostiene que el merengue al igual que la arquitectura y la pintura en nuestro continente pasó por una etapa de sincretismo. Austerlitz sugiere que quizás no podríamos determinar nunca con certeza el origen exacto del merengue, (2) porque en muchos casos las teorías están supeditadas a ideologías políticas, religiosas y sociales.
En su investigación sobre el merengue dominicano, Auterlitz muestra la opinión de una serie de personalidades, no solo musicólogos, sino también historiadores, sociólogos, folcloristas, etc. en donde busca mostrar las variantes sociales, religiosas y musicales por las que la población de habla hispana en América ha pasado, y así establecer la conexión del nacimiento del merengue. A tal punto menciona autores y reproduce citas como estas:
With a population estametd of 80 percent mixed African and European, 15% black, and 5% percent white, the Dominican Republic has aply been termed a “comunidad mulata,” or mixed-race community (Perez-Cabral 1967 – 75). The African derived element in this mix is considerable: According to Martha Davis, among others, the country, “without doubt, be considered an Afro-american nation– that is, a New World nation in which the African cultural influence figures prominently, if not predominantly” (1976: 2) (4).
En la cita se ve el porcentaje de la población negra en contraste con la población blanca, lo que supondría las razones por qué se considera que el folclore latinoamericano en algunos países y no solamente en República Dominicana recibió la influencia religiosa-musical por parte africana, por lo que el merengue cibaeño no está ajeno a esas influencias, tanto en su instrumentación como en su ritmo, y su danza como señala más adelante:
Poised between Old World civilization, Dominican brewed a unique culture steeped in both African and Spanis traditions, Its myriead musics incluede a wealth of African derived styles such as palos, congos, and sarandungadrumming, wich are perfomed by Afro-Dominican religious brotherhoods; European influenced forms such as chuines, which draws on Canary Island music; and many styles, such as merengue and mangulina, that fuse African and European elements (see Davis 1976, 1981; Lizardo 1975). (9)
Austerlitz en su trabajo sobre el merengue cita una variada lista de autores que discuten y exponen sus teorias desde el punto de vista de sus ideologías. Entre ellos menciona a Jean Fouchard autor del libro La merengue: danse Nationalle D´ Haitíen el que anota que en Inglaterra a mitad del siglo 17 se originó la popularidad de una danza que se bailaba en grupos en los salones de la corte inglesa, que esta danza inglesa fue introducida a la corte del rey Luis XIV en Francia en donde le dieron el nombre de contradanza; esta contradanza de la corte francesa, pasó a ser bailada también en la corte española sin perder su característica de danza bailada en grupos.
Posteriormente cuando la danza fue introducida a Saint-Domingue por los colonizadores franceses, a pesar de que las élites coloniales la continuaron bailando con las mismas características que traía de Europa, al ser introducida entre las clases marginales de las ciudades y el cibao, su coreografia y su instrumentación sufrió cambios radicales, y de ser bailada en grupo, pasó a ser bailada en pareja; al mismo tiempo que para interpretarla se utilizaron instrumentos del folclore africano. (16).
Esa nueva versión o estilo de la danza en pareja, que podríamos llamar el baile popular en contraposición a la contradanza, o sea, la danza elitesca, se propagó a las demás colonias hispanoamericanas, como fueron Cuba, Puerto Rico, Colombia y Venezuela entre otras regiones del continente. Sin embargo hay que anotar que los ritmos del merengue varían de región en región, incluso difieren en el compás que los bailarines llevan al bailarlo. Por ejemplo, el merengue caraqueño es diferente al merengue cibaeño, es más lento. Lo mismo sucede con el danzón cubano, su melodia es diferente al merengue caraqueño y al merengue cibaeño, aunque desciende de la misma raíz.
Auterlitz menciona a Alejo Carpentier quien señaló que la influencia de la contradanza francesa llevada a cuba por los haitianos exiliados se puede observar en el danzón que es música típica de cuba; (16) al igual Luis Ramón y Rivera también consideró que el merengue venezolano está influenciado por la contradanza europea.
Además hay algo más por dilucidar en la historia del merengue, y es lo relacionado con el contexto social y político en el que fue creado. Austerlitz nos ofrece algunos de los contratiempos por los que pasó el merengue para poder consolidarse. Empecemos por señalar las preocupaciones y dolores de cabeza que sufrieron las élites al ver bailar y oír tocar a los plebeyos el nuevo ritmo. Los arreglos musicales y los cambios coreográficos con que el merengue sustituyó a la contradanza fueron reprobados por esa élite que los consideró obscenos. Y lo peor fue que esas manifestaciones no solo se efectuaron a nivel de comentarios familiares y sociales, sino, que además, se le aplicaron leyes y sanciones judiciales que lo acreditaron como una expresión lasciva.
En Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y en Venezuela los periodistas, escritores, poetas, gobernadores, y las hermosas damas de las élites expresaron públicamente su menosprecio hacia las clases sociales que se atrevieron a poner en boga al merengue. Austerlitz sostiene que esa fue también una vía de las élites para expresar sus sentimientos de discriminación racial en contra de los que habían incurrido en el pecado de modificar o tomar elementos de la contradanza y trasplantarlos al merengue.
Les cito algunos de esos manifiestos en la prensa de aquellos días en el año de 1840 y tantos, uno de esos insignes representante del buen comportamiento social, Manuel Jesús de Galván escribió poemas quejándose de la impureza del merengue. Lean estos poemas dedicado a la tumba:
La tumba, que hoy vive destruida
por el torpe merengue aborrecido;
que en vil oscuridad yace olvidada,
llorando su destino atroz, horrible;
ya por fin, penetrada de furor
expresa de este modo su dolor. (18)
Progenie impura del impure averno,
hijo digno del Diablo y una furia,
merengue, que aun siendo niño tierno
te merengueó en sus brazos la lujuria,
tú, villano, que insultas al pudor,
dame mi cetro, infame usurpador.
(Rodríguez Demorizi 1971: 113) (19)
En otras ocasiones, no fue solamente la denuncia a través de la prensa, sino que la cosa se pusó más fea, hasta el punto de convertirse en una preocupación de estado por parte de las élites, llegando a la denuncia legal ante las autoridades. Así sucedió en el 1849 en Puerto Rico, cuando el gobernador Pezuela prohibió se tocara o bailara merengue. Austerlitz ilustra con los textos de (Nolasco 1956:338; Rodríguez Demorizi 1971: 129) lo sucedido:
Puerto Rican governor Pezuela prohibited merengue in 1849, imposing a fine of fifty pesos on those who tolerated it en their homes and a sentence of ten days in prison on those who dance it. (Nolasco 1956:338; Rodríguez Demorizi 1971: 129) The governor´s campaign may have contributed to merengue´s decline in Puerto Rico; it was no longer performed there after the 1870s (Díaz Díaz 190: 12) (17)
Pero no crean ustedes que todo fueron quejas en contra del merengue, él también tuvo sus defensores en el momento oportuno que los necesitó. En los 1870 Alemania negociaba tabaco con la República Dominicana, especificamente con el cibao. Esto dio cabida para que los oriundos de alemania introdujeran el acordeón en el cibao. Lo que trajo como consecuencia la incorporación del acordeón en la interpretación del merengue como había sucedido con otros instrumentos de origen africano. Cuando los amantes del merengue vieron que el acordeón empezaba a desplazar algunos instrumentos al tocar el merengue cibaeño, entre ellos a el cuatro, se molestaron, y empezaron a combatir la intromisión del acordeón en la interpretación del merengue, alegando que era un instrumento que no reunía las condiciones musicales como lo reunía el cuatro para tocar el merengue. De esta manera se propagó una campaña en contra de la utilización del acordeón en la interpretación del merengue. También se escribieron poemas satíricos en contra del acordeón, y hasta se propusieron leyes para que el acordeón no desplazara al cuatro. Lean esto:
Soy en mi nación
ei primero que soné.
Y si hoy me dan con el pié
Será porque me combiene,
Y ei que a ti amoy te tiene
Aunque tú lo vea así,
Te jará peoi que a mí,
Si otra cosa mejoi viene.
(Alix 1961: 73)
Y este otro en el que el cuatro se enfrenta al acordeón por su capacidad como instrumento:
Encoideón yo te haré bei
Que aunque me tienen en poco,
En todo tono yo toco
Lo que tú no pue jase.
(Alix 1961: 74) (26)
Y para que ustedes vean hasta donde llegó la rebelión de los defensores del merengue, que el gobernador de la municipalidad de Santiago de los Caballeros en el 1887 propuso al Congreso Nacional que se impusieran tarifas a la importación de acordeones. Y un abogado de Santiago demandó a la municipalidad la aplicación de las tarifas diciendo:
Accordions are not necessary articles, and only serve to bring vagabons together. They do not contribute to the edification of the country, as does the cuatro, which is more sonorous, more harmonious, more perfect, en thus, more useful. (Jorge 1982a: 32) (26)
Sin embargo, hay que dejar claro, que el acordeón, si bien, no desplazó al cuatro, si se hizo querer entre los intérpretes del merengue, siendo utilizado por muchos músicos en la interpretación del merengue a nivel regional e internacional.
Ahora podemos comentar lo que el cuatro le auguró al acordeón cuando este le hizo sufrir los estragos al ser incluido como instrumento para interpretar el merengue, y le dijo que a él, el acordeón, se las iba a ver feo e iba a pasar las de Caín como le estaba sucediendo a él, el cuatro, cuando el acordeón llegó al cibao. Y aunque no lo crean, el pronóstico del cuatro se cumplió, porque las clases elitescas al ver que el acordeón había sido incorporado como instrumento en la interpretación del merengue, inmediatamente lo menospreciaron, y le declararon la guerra por ser plebeyo.
R.P.C.
05-2019
* Austerlitz, Paul. Dominican Music and MERENGUE Dominican Identity. Temple University Press Philadelphia 1997.